Lamento ser el mensajero de mi propia vida,
lamento ser aquel que me toco ser,
lamento la verdad de ser el que mira
cristales en las piedras y mar en el vino,
lamento la huida de mi alma
a un lugar tan lejano que ya no va.
Lamento la celeste virtud de solo querer
y en el amor no tener con quien ceder;
lamento… como lamento
este destino lento, polvoriento y sediento
de las gotas que se llevó el viento.
viernes, 4 de septiembre de 2009
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